Un cuento: Camino del Malbec

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CAMINO DEL MALBEC


Estamos en un proceso de flujo constante, nunca permanecemos igual, cambiamos constantemente como un río y como un río no podemos comprender como somos.
Heráclito

La luz de la tarde caía sobre el living casi en penumbras. Ella se levantó, prendió la lámpara y sirvió dos copas de vino malbec. El cristal tallado de las copas resaltó aún más la belleza del granate oscuro, tan vivaz. La intensidad aromática, hacía pensar en una maduración lenta de frescos otoños. Sobre la habitación, se balanceó un aroma de frutos del bosque. Desde el enorme ventanal se veían no muy lejos, los espalderos altos con sus sarmientos semejando un ejército de brazos elevados pidiendo al cielo clemencia y protección para los viñedos. El mes de noviembre en Mendoza, llegaba a su fin avanzando hacia las lluvias y el granizo de los meses venideros..

Se alejó de la ventana, mientras giraba lentamente la copa, esperando el momento de disfrutar el contenido.

-Hacia dónde vamos con esta estupidez ideológica, con este acostumbramiento cómodo de aceptar lo que tenemos. Nos rendimos ante caudillos mafiosos, y hasta perdemos la perspectiva de saber quién es quién. Porqué no existe una brújula en la cabeza que te indique dónde ir-.

Juan, con tono tranquilo, contestó:

-Quién es honesto, quién finge y quién siente vergüenza de las críticas de los demás. Es tan fácil mentirle a quién quiere creerte. Participamos en el devenir. No sabemos como son las cosas, sólo lo que se observa o cómo lo interpretamos. Muchos las intuyen, pero no tienen el coraje para promulgarlas. No desean que les digan que viven de esperanzas erróneas o que son unos ridículos románticos de épocas pasadas-.

-Vivimos en mundos interpretativos y a veces nos equivocamos porque suponemos mal. Otras, no necesitamos los pies para caminar, tenemos alas y no las vemos. Todo cambia, nada permanece por demasiado tiempo-.

Marina levantó la copa de vino, admiró el color y el aroma. Las lágrimas formadas por la glicerina se escurrían por las paredes del cristal, semejando un glaciar derretido. Llevó un sorbo a la boca y lo aspiró para darle oxígeno, ese ritual la potenciaba. Conocía muy bien los sabores de su vino. El dejo de suaves taninos, madera y pimienta, agudizaron sus sentidos de experta.

La noche se proyectaba con las sombras que se apoderaron de la casa sólo iluminada con la luz del portal y la lámpara del living.

El la deseba desde hacía tiempo. Ella no daba ninguna señal.

Se produjo un largo silencio que permitió oír los latidos, la respiración y los murmullos de la nocturnidad.

Juan se levantó del sillón, dejó la copa vacía sobre la mesa y acercándose trató de acariciarle el cabello. El ademán de ella lo contuvo.

-No me hagas trampas. Lo tuyo es sólo el deseo de poder sobre mí y nada más. No me alcanza. Tener hormonas ardientes no significa que pueda permitir que algo me voltee en el camino-.

Ella era la tercera generación de familia manteniendo el viñedo y la pequeña bodega. Mucho esfuerzo y verdadera pasión por el trabajo habían permitido que no sucumbiera ante el avance de los grandes capitales, de la alta tecnología y también por el objeto de deseo de elaborar lo perfecto para poder competir. Hija única, su padre sólo podía ayudarla con viejos consejos. La soledad la hizo fuerte, guerrera. Famosa por sus discusiones sobre el terruño, al que defendía ardorosamente. Ese terroir en dónde se había asentado el abuelo al llegar de España, convencido por amigos de su pueblo que un tiempo antes habían arribado. A veces el exilio que todos llevamos adentro por distintas causas: por mejorar, por expulsar sufrimientos, por inocencia, hace cortejos diferentes al camino ritual. Allí Antonio conoció una criolla con la que se casó. En ese suelo había nacido su padre y después Marina. Esas hectáreas eran la continuidad de su cuerpo. Cuando caminaba entre los camellones, tomaba terrones del suelo, los desgranaba entre los dedos, sintiendo su fuerza, sus cualidades. Si hasta le daban ganas de fagocitarlos como un manjar, tal era su amor.

Había citado a Juan para convencerlo de un proyecto. Sentía que lo amaba, pero no podía permitir que el sentimiento obrara sobre su sueño. Además conocía sus amores; ninguno le duraba mucho tiempo. Debía seguir fuerte y no capitular.

Él tomó la botella volviendo a servir un poco más de vino, al que siempre elogiaba.

Que distintos los pensamientos de cada uno y la suposición de lo que pensaba el otro. Ella miró la foto que le tomaron al abuelo valenciano cuando bajó del tren, con un enorme atado de cepas bajo el brazo y la mirada inquieta. Siempre recordaría las historias de Requena, el pueblo que el anciano tanto amó. Cuando niña, no se dormía sin que el viejo le contara sobre aquella tierra de inviernos gélidos y veranos ardientes, brillantes de luz. Le relataba de las grandes bellezas y contrastes del paisaje; del río Magro, de la Sierra de Juan Navarro, del río Cabriel, de las serranías del Turia y de los amores que se habían desenroscado en los viñedos. Inventaba historias del viejo castillo y de sus túneles y pasadizos. Suspiraba cuando le contaba que la madre cocinaba el gazpacho manchego y hacía sabrosos embutidos.

Allí estaba la foto, en un coqueto mueble, junto a premios y medallas del vino. Casi podía oler su perfume de campo y de uvas que irradiaba el retrato. Rogó a la imagen que la inspirara en palabras para que Juan comprendiera su proyecto.

Los caminos de la mente. Ella pensaba; en cambio Juan la estaba abrazando, buscó su boca y selló todas las posibles palabras. El deseo los envuelve a los dos. Marina ambiciona que ese instante se prolongue. La vida continuará igual. Todo empieza y termina, igual que los senderos. El mundo de las ideas, el mundo subjetivo de los humanos es un gran misterio. El proyecto si se concretaba podría ser o no, un éxito. Los meandros podrían ser sorpresivos.

Mientras tanto, baja sensualmente las tirillas del corpiño. El aroma del malbec sigue flotando sobre la sala, sobre los cuerpos ya desnudos; sobre la vida.


LILA LEVINSON

Publicado en Baca´s Club con los siguientes comentarios:

Nota: Lila Levinson es una reconocida Periodista y Locutora mendocina.
Siempre presente en la Fiesta de la Vendimia, tanto como locutora y como guionista de la Vía Blanca y Carroussel llenando de poesía y pasión el camino de los carros vendimiales.
Además se la puede escuchar los viernes por Radio LV 8 Libertador de 15 a 17 hs. en su propio programa.
Destaco que al conocerla uno nota su generosidad a quienes van armando su camino en el Mundo de la Comunicación.
Y su programa, en el cual me dio varios espacios para poder difundir mi trabajo, es mágico, tiene energía. Es especial lo que se vive en esos momentos. Esto comentado entre los que alguna vez pudimos sentirlo.
Gracias Lila por compartir este cuento con nosotros, es sensual, con aromas a frutos rojos y dueño de un gusto exquisito como el varietal que le da el nombre a tu cuento.
Bienvenida al Club de las Bacas. Es como te dije: tu casa.
Gracias!!!!
Claudia Corin

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